III Día de las Escritoras

Un año más, y van ya tres, los buenos lectores estamos convocados esta tarde a la Biblioteca Nacional de España para celebrar el Día de las Escritoras. Organizado por la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE), la Asociación Clásicas y Modernas (CyM) y la propia Biblioteca Nacional, esta tercera reunión ha sido coordinada por la periodista Joana Bonet y el programa ha sido diseñado bajo el lema “Rebeldes y transgresoras”. A lo largo del día de hoy se leerán textos de María de Zayas, Teresa de Jesús, Juana Manso, Rosalía de Castro, Rosario de Acuña, Filomena Dato Muruais, Carmen de Burgos, Delmira Agustini, Victoria Ocampo, Aurora Bertrana, Magda Donato, Sorne Unzueta Lanzeta (Utarsus), Ángela Figuera Aymerich, María Zambrano, Idea Vilariño, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa, Alejandra Pizarnik, Esther Tusquets o María-Mercè Marçal.
Si el año pasado nos unimos a la convocatoria proponiendo un posible canon de diez escritoras indispensables (sólo una entre las miles de listas posibles) este año en Los Libreros Recomiendan hemos pedido a diez libreras españolas independientes que mencionasen a una sola escritora por la que sintieran una debilidad especial. El resultado refleja la diversidad de tiempos y tonos: escritoras del pasado y del presente, españolas y americanas, narradoras, ensayistas y poetas:

CONCEPCIÓN ARENAL (El Ferrol, 1820 – Vigo, 1893)
“Siempre la he visto como la más humana pese a su gesto adusto”, afirma Pilar Eusamio, de la Librería Los Editores (Madrid), al hablar de Concepción Arenal. “La faceta que más me gusta de ella -añade- es la de la defensa de las mujeres desfavorecidas, las invisibles. Y siempre a través de la educación, de la formación, de su trabajo en las cárceles…”. Concepción Arenal ha regresado felizmente a la actualidad gracias a la monumental biografía que la catedrática Anna Caballé acaba de publicar sobre su figura, abordando vida y obra de un modo exhaustivo y a la manera de los biógrafos clásicos, y encontrando en el Museo de Pontevedra unos archivos de obra literaria inédita que, según la profesora barcelonesa, son extraordinarios. Poemas y teatro que se unirían así al decisivo caudal ensayístico que convirtieron a Arenal, en tiempos no precisamente propicios o amables para las pensadoras españolas, en una referencia europea de la pedagogía. Nunca salió de España, pero sus ideas se debatían en los foros más prestigiosos y vanguardistas. Ahora es el momento de conocerla mejor en España.

EMILIA PARDO BAZÁN (La Coruña, 1851 – Madrid, 1921)
Como, aparte de un cuarto propio, dice tener “un cuarto de gallega” en su ADN, Cristina Sanmamed, de la Librería La Puerta de Tannhäuser (Plasencia, Cáceres), menciona a Rosalía de Castro y a Emilia Pardo Bazán, a las que ha releído con atención últimamente. En concreto, dice, “he leído este verano los Cuentos góticos en Uve Books y me han chiflado. Maravillosas las escritoras del siglo pasado”… Lo cierto es que ambas son felizmente inevitables al repasar la lista de las principales escritoras españolas, por exigente o exigua que sea esa nómina, y ambas son reeditadas con una frecuencia aceptable. Cátedra acaba de recuperar La mujer española y otros escritos, mientras que sus magníficos Cuentos o sus obras más conocidas no dejan de reimprimirse y comentarse, principalmente Los pazos de Ulloa, de la que hay una nueva edición filológica que de algún modo, y como amago de reparación, mete por fin a doña Emilia en la Real Academia Española. Quien quiera leer las sabrosas y turbulentas cartas de la reina del naturalismo español a Benito Pérez Galdós, también encontrará una edición, y, agotada su mejor biografía (de Eva Acosta), quienes gusten de los libros de autores sobre autores podrán encontrar una aproximación de Cristina Fernández Cubas. Leopoldo Alas ‘Clarín’ decía de Pardo Bazán que “tratar con ella es aprender mucho”: nosotros no podemos irnos de tertulia con doña Emilia al Ateneo, pero sí acceder a lo mejor de su trabajo, ya inmortal.


CARMEN DE BURGOS (Almería, 1867 – Madrid, 1932)
Rocío Valverde, de la Librería Jarcha (Madrid), no se lo piensa apenas y lanza enseguida el nombre de Carmen de Burgos, a la que considera todavía “cercana”. Editorialmente, desde luego, lo está, porque Huso acaba de recuperar La mujer moderna y sus derechos, y el año pasado Uve Books rescató El hombre negro (reseñada en nuestra página por los libreros de La Puerta de Tannhäuser). Esta pequeña narración abordaba ya el asunto de los matrimonios fracasados por infelices (afrontado también por ‘Colombine’ en La malcasada, actualización consciente y puesta al día, por moderna, del tópico medieval, aparte de un retrato bastante duro –y un poco autobiográfico– de su Almería natal en aquel tiempo), asunto que también la ocupó fuera de su gabinete de escritura, ya que Carmen de Burgos fue una de las principales activistas de sus años a favor del divorcio (y de hecho ella se separó a su manera, marchándose a Madrid con su única hija para escapar de un matrimonio precoz y amargo). Periodista profesional admirada por Francisco Giner de los Ríos, proto-corresponsal de guerra (en Marruecos), masona, anticlerical, republicana y feminista, lo tenía todo para quedar en 1939 aún un poco más sepultada de lo que ya lo estaba su cuerpo desde 1932, pero el tiempo, en este caso, ha hecho un trabajo positivo y nos la ha ido devolviendo poco a poco.

GIOCONDA BELLI (Managua, 1948)
Siempre que se habla de la nicaragüense Gioconda Belli es inevitable, casi ritual, referirse a su paso por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, pero la no mucho menos guerrillera Miren, de la asociación cultural y librería Mujeres y Compañía (Madrid), la quiere en esta lista por “revolucionaria y combatiente”, sí, pero sobre todo por la calidad de sus poemas y la fuerza de sus novelas, que la han convertido en una referencia de la literatura centroamericana de las últimas décadas, aparte de en un ejemplo de cómo conseguir millones de lectores sin apearse de la autoexigencia. En los años 80 militó en el Partido de la Izquierda Erótica y ese curioso nombre reúne tal vez los dos elementos más llamativos, si no los cruciales, de su literatura: desde su primer y premiado poemario, Sobre la grama, de 1972, su reivindicación del cuerpo femenino y su modo de afrontar la sexualidad son llamativos, sobre todo porque ese erotismo no sólo no es incompatible con asuntos socio-políticos sino que, al contrario, casi se desprende de ellos, en correspondencia natural: “Ah, Nicaragua, / vos sos mi hombre / con nombre de mujer. […] Estoy enamorada de vos, / perdidamente enamorada, / y si te he dejado no es por mucho tiempo, / no es para olvidarme de limas y cadenas, / no es para olvidar lo que no hay que olvidar”…

CHANTAL MAILLARD (Bruselas, 1951)
Tras poner sobre la mesa con especial entusiasmo el nombre de Julia Uceda (“esa genia de las palabras a la que obligatoriamente debe conocerse”), y también los de Olvido García Valdés e Isabel Escudero, la librera Marta Bosque, de la Librería Anónima de Huesca, opta por la belga pero malagueña Chantal Mailard, dado lo reciente que está la publicación de sus dos últimas obras: el poemario Cual menguando y el ensayo ¿Es posible un mundo sin violencia? Experta en culturas hindús, sobre las que ha escrito varios ensayos (el último lacónica pero significativamente titulado India), traductora de Henri Michaux o autora de diarios (algunos realmente dolorosos, como Filosofía en los días críticos), Maillard se quiere ante todo poeta, y es una particular perspectiva de la poesía la que tiñe y condiciona toda su obra literaria. Testimonio de la intensidad pero también del espanto, la escritura indagadora y a veces obsesiva de Maillard ha ido ganando lectores y prestigio. Su poemario Matar a Platón obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía.

ELVIRA LINDO (Madrid, 1962)
María Vaquero, de la Librería Todolibros (Cáceres), trae a esta nómina a Elvira Lindo, de la que, según afirma, le gustan todos sus registros: reportera, columnista, guionista de cine, escritora para niños y, claro, novelista. En su último libro, el estupendo diario Noches sin dormir. Último invierno en Nueva York, la propia autora entendía con resignación que “haber escrito humor resta puntos” (a la hora de acceder a cualquier tipo de Parnaso literario), y es tristemente cierto que a veces la “literatura seria” no acepta o no perdona las excursiones por la literatura infantil, sobre todo -nos tememos- si son flamantemente exitosas (Lindo es la autora de la hiper-leída serie de aventuras y desdichas de Manolito Gafotas). Pero la madrileña ya demostró en novelas como El otro barrio que, si hay que ponerse seria, sabe hacerlo tan bien como la mejor, aunque, según revela en el diario citado, escribía siempre con «esa mezcla de pereza y dispersión que convierte esta tarea de escribir en un martirio». Noches sin dormir es en cambio el libro de una escritora veterana que de pronto se relaja y se suelta y entonces, acaso inesperadamente, da lo mejor de sí, en un texto vivo, divertido, tierno y sagaz que abre su obra a un futuro aún más luminoso.

MARIANA ENRIQUEZ (Buenos Aires, 1973)
Sonia y Amparo, de la Librería Palas (Sevilla), son admiradoras de la cubana Mayra Montero, insuficientemente editada en España, pero al final se deciden por incorporar a esta lista a la argentina Mariana Enríquez. Desde que sus libros comenzaron a circular por España ha ido simultáneamente sobrecogiendo y convenciendo, con los cuentos de Los peligros de fumar en la cama o, en un título precioso, Las cosas que perdimos con el fuego, en los que simplemente reinventa el género literario del terror, generalmente poco frecuentado y muy poco vistoso en nuestro idioma, con resultados sorprendentes en lo argumental y sobresalientes en lo literario . En este 2018 ha llegado hasta nosotros un registro suyo diferente, en forma de retrato de Silvina Ocampo, La hermana menor.

EDURNE PORTELA (Santurce, 1974)
Las libreras de la veteranísima Librería Gil (Santander), con Paz Gil Soto como portavoz, vacilaron entre Pilar Adón y Edurne Portela, semanas antes de que, casualmente (¿o no?), ambas hayan sido premiadas por el Gremio de Libreros de Madrid, la madrileña en poesía (por Las órdenes, que ya reseñamos aquí), y la vasca en narrativa, por Mejor la ausencia. Lo cierto es que esta novela no ha dejado de cosechar éxitos, reconocimientos y lectores desde que se publicó, casi como complemento narrativo al ensayo El eco de los disparos, que ya había impresionado a crítica y público un año antes, en 2016. Dentro de la ya amplia cosecha de bibliografía sobre ETA post-ETA (tanto en castellano como en eusquera, tanto en novela como en ensayo), el díptico de esta profesora destaca por su sensibilidad y su fuerza simbólica. El Gremio de Libreros de Madrid ha visto en Mejor la ausencia “una novela de aprendizaje descarnado a todos los niveles” y considera que ha acertado al retratar “un momento de la historia de España que marcó a una generación entera”.

ELVIRA NAVARRO (Huelva, 1978)
Tras mencionar a Maria-Mercè Marçal (de la que se sabe versos de memoria), Ángela Figuera Aymerich y Olga Orozco, y puesta a elegir entre narradoras españolas jóvenes, la poeta Elvira Lozano, del Centro Social-Librería La Pantera Rossa (Zaragoza), duda entre Sara Mesa, Llucia Ramis y Elvira Navarro, pero al final se queda con su casi homónima, de la cual recibió hace unos años un taller de escritura autobiográfica que recuerda como “una delicia”. Elvira recomendó a Elvira leer Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan, y fue un gran consejo, pero Lozano ya andaba deslumbrada (con razón) con La trabajadora, de Navarro, donde la librera vio “fragmentos de prosa que simplemente me maravillaban. No hace virguerías con la palabra, la utiliza de forma precisa, que es mucho más poderoso”. Elvira Navarro venía de debutar con el desasosegante La ciudad en invierno y perseverar en La ciudad feliz, y su último libro hasta hoy es Los últimos días de Adelaida García Morales. Si algún día la ven paseando por barrios alejados es porque anda preparando algo sobre la periferia de Madrid.
VALERIA LUISELLI (Ciudad de México, 1983)
Antes de ser, entre otras cosas librescas, una de las libreras de la prometedora nueva etapa de Cervantes y Compañía (Madrid), Raquel Vicedo anduvo por el estimulante sótano de Sexto Piso, y de aquellos años guarda el orgullo íntimo de haber sido la editora de Valeria Luiselli. El último American Book Award, fallado en agosto, da la razón a nuestra librera, pues, premiando el ensayo Los niños perdidos, consagra definitivamente la obra de una joven mexicana que ya deslumbró con su debut, el también teórico Papeles falsos (donde entendía que “Aprender a hablar es darse cuenta, poco a poco, de que no podemos decir nada sobre nada”), interés que continuó con las ficciones (ma non troppo…) Los ingrávidos (“también la felicidad depende de la sintaxis”…) y La historia de mis dientes. El prestigio futuro de esta todavía treintañera está ya blindado por esos cuatro títulos inaugurales, pero este último estudio premiado, sobre los menores que viajan solos a Estados Unidos desde países del Sur (“las historias difíciles necesitan ser narradas muchas veces”), le ha dado una visibilidad definitivamente internacional. Su escritura parece sencilla pero no lo es, dice Vicedo, quien cree además que tras su fulgurante talento como escritora se aprecia sin embargo el enorme trabajo de reflexión o documentación que sostiene sus textos.
[ La foto de Gioconda Belli es de Denise López y está tomada de la página web de Seix Barral; la de Mariana Enríquez está tomada de la página web de Anagrama y es de Nora Lezano; la de Chantal Maillard es de Bernabé Fernández y está tomada de la página web de Tusquets; la foto de Elvira Navarro es de Asís G. Ayerbe; la de Edurne Portela está tomada de la página web de Galaxia Gutenberg. ]