“Guía de extraviados” de Juan Gracia Armendáriz

Guía de extraviados

Guía de extraviados

Gracia Armendáriz, Juan

ISBN

978-84-17143-68-8

Editorial

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Fuimos probablemente muchos los lectores que acudimos a los títulos de Juan Gracia Armendáriz tras leer la encendida defensa que de ellos hacía Fernando Aramburu en una de las estancias de Las letras entornadas, y al hacerlo sólo pudimos dar la razón a quien entonces aún no era el autor de Patria. Tanto el Diario del hombre pálido como Piel roja eran, en efecto, libros que, “siempre con buena prosa”, “tan pronto le pone[n] a uno los pelos de punta como le hace[n] sonreír y divertirse, y que a fin de cuentas constituye[n] un emocionado y emocionante canto a la vida”
Ahora acaba de aparecer Guía de extraviados, que en nuestra opinión debería suponer la consagración definitiva de un escritor distinto y estupendo, observador y brillante, sereno e inteligente. Su breve novela, más o menos ligera pero a la vez llena de esquinas interesantes, es también una carta, la larga carta que un hombre de cuarenta y tres años escribe, en principio, a una mujer que ha desaparecido. Es, pues, también la historia de una desaparición repentina, que al final se duplica con otras desapariciones más sorprendentes, juego un tanto vilamatiano que está desarrollado con una habilidad enorme. Pero con todo los giros y las sorpresas del argumento, siendo cruciales en cuanto a la vertebración de la novela (y ocupando buena parte del espacio), al cabo parecen apenas una excusa para escribir otras cosas bastante más erráticas pero en el fondo centrales, aparentemente marginales pero en verdad decisivas para la construcción de unos personajes y la reconstrucción de unas vidas verosímiles y reconocibles… Lo esencial es eso otro que se cuenta, el discurrir de la vida, las trampas de la memoria, la insatisfacción creciente de un solitario que en algunos momentos de su vida vivió momentos de esplendor que ahora duelen… Esas cosas. Su deliberada falta de solemnidad no es ausencia de énfasis sobre lo que importa. Se habla de todo un poco, se desciende a detalles musicales, literarios o antropológicos curiosos pero casuales, se reconstruye una vida en común (que al cabo resulta siendo principalmente la inevitable convivencia que uno tiene consigo mismo…). Y casi nos atreveríamos a decir que lo mejor de una novela tan magnética está en los personajes secundarios, los fugaces, los que se asoman un momento a la página, observados por el narrador (una mujer con un bebé en el parque…) o evocados (el padre…), y que se esfuman para siempre sin apenas dejar huella, pero esa huella de una huella es valiosa, significativa… Son otros desaparecidos, en realidad: gente que estuvo, aportó algo y ya no está.

Aquí y allá se van dejando caer reflexiones brillantes, o reconfortantes (como esa tan exacta en la que, desapegándose de las redes sociales, el escritor apunta que, cuando dos personas se quieren de verdad, eso no se exhibe), o simplemente bonitas, como todo eso que se dice sobre “las milagrosas rutinas”, tan recordadas cuando se pierden… Las páginas eróticas también están ajustadas, con prosa especialmente cuidada, y en general todo tiene un aire convincente y profesional y atractivo que atrapa y agrada e interesa y acaba hechizando. 

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan

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